En la colaboración anterior comentamos que el 44.5% de nuestros compatriotas se encuentran en serias dificultades para pagar el costo de la canasta alimentaria, esto incluye a los adultos mayores, mujeres, jóvenes y niños, que, literalmente, mal comen.
En el mes de octubre el precio de la canasta alimentaria en el medio urbano fue de $1,681.61 y para el medio rural fue de $1,212.33 (https://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Lineas-de-bienestar-y-canasta-basica.aspx) .

Así, la canasta urbana incluye 220 alimentos y la rural 209, entre cereales y derivados, carnes, pescados y mariscos, leche y sus derivados, huevo, aceites y grasas, tubérculos, verduras y legumbres, frutas frescas y procesadas, leguminosas, semillas, azúcares y mieles, especias y aderezos, bebidas no alcohólicas, alimentos preparados y alimentos consumidos fuera del hogar. (https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Casi-cinco-de-cada-10-personas-tienen-hambre-y-estan-desnutridas-20201125-0007.html.)
En siete estados los porcentajes rebasan el 44.5% para ubicarse en un parámetro de 51.4 a 55,1% y son: Hidalgo, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Tabasco, Quintana Roo y Morelos.

Entrando al tema de esta columna, repasamos algunos números.
La Organización Civil Banco de Alimentos de México, con una representación de 55 establecimientos en el país, se ha dado la responsabilidad y humanitario compromiso de rescatar alimentos y llevarlos a familias y comunidades que se hallan necesitadas de ellos y se encuentran que, en México, se desperdician, se van a la basura, en promedio la tercera parte de los alimentos producidos. Esta cifra representa, en sentido práctico que, cada 60 segundos se tiran 38 toneladas, 38 mil kilos de alimentos por minuto.
Y, si los alimentos se van a la basura y esta se deposita en los lugares que los gobiernos consideran, nos encontramos que se convierten en la quinta fuente más grande de emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país, de acuerdo con estudios del Banco Mundial y equivale en promedio a 36 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), que corresponden a las emisiones anuales de alrededor de 16 millones de vehículos (“What a Waste 2.0. A Global Snapshot of Solid Waste Management to 2050”).

INFOBAE México (https://www.infobae.com/america/mexico/2020/04/26/en-mexico-se-desperdician-38000-kilos-de-alimentos-cada minuto/#:~:text=Una%20tercera%20parte%20de%20los,en%20situaci%C3%B3n%20de%20carencia%20alimentaria), nos informa que, el investigador Genaro Aguilar Gutiérrez, de la Escuela Superior de Economía del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y que se desempeñara como Secretario del Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas de Alimentos en coordinación de la otrora Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), calculó que se pierden 20.4 millones de toneladas de comida, que representan, en promedio, la tercera parte (34%) de la producción anual para el consumo humano.
No es gratuito desperdiciar alimentos, su costo es alrededor de 491 mil millones de pesos, que son aproximadamente el 2.5% del PIB, en cifras presupuestales.
El rastro o huella hídrica no es cualquier cosa, representa alrededor de 40 mil millones de metros cúbicos, que es nuestro consumo de 2.4 años, invertidos en alimentos que se van a la basura.
Que trágico contraste: millones de toneladas de alimentos a la basura y millones de personas padeciendo hambre.
Textualmente el investigador expresa: “Si en el país se frenara la pérdida de alimentos en los diferentes niveles de la cadena, los 50.8 millones de mexicanos que a la fecha no pueden adquirir lo mínimo indispensable para vivir, tendrían comida en su mesa todos los días”, (reportó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 2018.
Una de las razones por las que se genera el desperdicio de alimentos se debe a que, en el momento de su clasificación, al atender los estándares estéticos establecidos en el comercio, no se ajustan a la forma, tamaño y color deseables, es decir, no son de primera clase y son “feitos”, aunque sean seguros para ser consumidos.
También, porque se dejan de aprovechar en las cocinas domésticas, las del hogar, y en los establecimientos de comidas (restaurantes, fondas, etc.). Por supuesto, también contribuye el desperdicio de los comensales.
Amable lector, la reflexión para el día de hoy con esta columna es sencilla: haga su planeación de adquirir sus alimentos de acuerdo al número de integrantes en su hogar y sus requerimientos nutritivos, compre y consuma sano, lo que necesita y si está a su alcance, comparta con las personas desafortunadas, que involucra a ancianos, adultos, mujeres, hombres y niños, antes de enviar los alimentos al bote de la basura.
Agradezco la amable opinión y comentarios al Sr. Ing. Pablo Ángeles Cornejo, quien se desempeñó como Subsecretario de Planeación y Evaluación Sectorial en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario del Gobierno del Estado de Hidalgo.
Nos leemos en la próxima.

Redacción:Galdino Rubio Bordes

garubo58@gmail.com