Singuilucan.- Alfareros de Singuilucan señalaron que cada día es más complicada la apertura de mercado para colocar su trabajo; sin embargo, se rescata que existe distribución en varios municipios del estado de manera directa e indirectamente en algunos estados de la República.

La familia Espinoza-Morales es uno de ellos, quienes definen a la alfarería como el arte de convertir la tierra en arcilla o barro y de transformar sus propiedades con el fuego.

Actualmente, el municipio cuenta con la cuarta generación de alfareros quienes en un pequeño taller ubicado en el centro del municipio a lo largo de 100 años han desarrollado técnicas y estilos antiguos.

Al visitar el taller se percibe el olor a barro húmedo y en una esquina moldeando una vasija se encontraba don Gabriel Espinosa de 85 años de edad, rodeado de sus hijos quienes tallaban y grababan tan delicadas piezas haciéndonos retroceder en el tiempo.

Dio a conocer, que en la práctica de este oficio que inicio con la Sra. Flora Ortiz quien a su esposo e hijos heredo  la riqueza más grande de lo autóctono, el tesoro del corazón humano inspirado en la elaboración de vasijas, jarros, cazuelas, molcajetes y en la actualidad diversas piezas decorativas como fruteros, servilleteros etc.

Explicó que el barro proviene de suelos del mismo municipio y que el proceso  mantiene la originalidad desde moler y  moldear a mano cada una de las piezas, utilizando un torno artesanal así como un pequeño horno elaborado con adobe y tabiques en donde la cocción del barro da el toque y durabilidad que por generaciones los ha distinguido.

Recordó que el proceso de elaboración es muy tardado pues va de 3 a 5 días dependiendo el clima, ya que el sol es parte fundamental del secado de las piezas antes de pasar a la primera quemada conocida como jaguete, posteriormente la decoración y finalmente la segunda quemada llamada de vidreo.

La familia Espinoza-Morales destacó que es importante contribuir en la conservación de este tipo de tradición con el consumo de artículos elaborados por manos hidalguenses.