El agua es un elemento básico para la vida, la utilizamos para el consumo como bebida, para preparar nuestros alimentos, para nuestra higiene personal, para el lavado y limpieza de nuestra ropa, para el aseo de nuestras viviendas, entre otros usos; el agua es muy importante para la vida de las personas, animales y plantas, en palabras simples, sin agua no habría vida.

A veces se cree que el agua nunca se va a acabar, sin embargo está disminuyendo en la naturaleza, el setenta por ciento de la superficie de la tierra está compuesta por agua, pero la mayor parte es agua salada que se encuentra en los océanos y mares y no es apta para consumo humano, el tres por ciento del volumen total es dulce, pero de ésta, solo el uno por ciento está en estado líquido, el otro dos por ciento está en estado sólido, en plataformas de hielo en las latitudes próximas a los polos. Es fácil darse cuenta que la cantidad de agua apta para el consumo es muy poca para cubrir las demandas de la población que aumenta día a día.

El acceso al agua es un derecho humano que se encuentra previsto en el artículo 4 párrafo sexto de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el que se establece que todas las personas tienen derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. En el año dos mil diez, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Consejo de Derechos Humanos reconocieron explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento. Éste se desprende de nuestro derecho a un nivel de vida adecuado, el cual se encuentra establecido en el artículo 11 del Pacto Internacional  de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, por otra parte, la Observación General número 15 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU señala que: “El agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud”.

Varios factores, entre ellos el alto consumo hídrico de la industria, la minería y la agricultura, aunado al crecimiento poblacional, han ocasionado verdaderas barreras para el acceso al agua, además de que su calidad se ha visto disminuida por la alta cantidad de sustancias contaminantes que son vertidas en los mantos acuíferos, lo que ha generado que el acceso al agua potable sea cada día una realidad menos tangible.

Debemos entender, enfrentar y buscar opciones para resolver el problema del agua; usémosla de forma racional, no contamines las fuentes de agua, tira los papeles o desechos en el bote de basura y no en el inodoro, cierra la llave del lavabo mientras te enjabonas las manos o te lavas los dientes, no dejes llaves goteando, repara las tuberías y llaves que goteen, ajusta el nivel de agua en la lavadora, usa cubetas con agua para lavar coches y banquetas en vez de usar manguera, aprovecha el agua de lluvia para regar tus plantas o riégalas en la mañana o al anochecer para evitar la evaporación del agua y no la utilices para jugar.

En ocasiones, se tiene la idea que se puede tener acceso al agua sin costo, o bien, que se puede tener acceso a ésta de manera indiscriminada, es verdad que el agua es parte de la naturaleza, sin embargo, está fuera de nuestro alcance y para que llegue a nuestra vivienda, es necesario hacer uso de instalaciones y equipos costosos para lograr que gocemos del servicio en nuestro domicilio, así como es necesario que sea tratada adecuadamente para el consumo humano y todo esto genera un costo para las personas como usuarios. No es que paguemos el agua, estamos pagando por un servicio.

El acceso al agua es un derecho de todos, pero también es nuestro deber cuidarla y usarla adecuadamente para que nuestros hijos y las futuras generaciones puedan disfrutarla, es momento de revisar nuestras conductas de consumo; no podemos modificar la cantidad de agua que existe en el planeta pero si podemos hacer un uso responsable de este recurso natural y vital.

Lic. Elizabeth Bardales

Visitadora Adjunta de la CDHEH